Ensayo Libre
El fin y el comienzo
El bullicio del bar causa que al hombre le late la
cabeza del dolor. No es solo el
dolor de la cabeza- todo su cuerpo sufre las ondas de dolor que llegan en
momentos e intensidades variables.
Como si esto no fuera suficiente tortura para él, también experimenta
ataques del pánico y episodios de sudor intenso, los cuales evocan miradas
suspicaces por parte de los empleados del bar. El hombre trata de ponerse quieto en su silla, pero sus
piernas se muevan hacia un lado de su silla y vuelvan al otro lado sin cesar un
instante.
¡Joda! ¡ Todos
saben qué pasa conmigo! ¿Cuándo
saldrá éste gordito hombre que está ocupando el baño? A Dios las gracias por darme la suerte de entrar después de este
montón de hombre que está llenando todo el cuarto con su fetidez. Solamente quiero este pequeño tiro que
tengo en la bolsilla de mi chaqueta aquí… este último tiro. Madre, ¿cuántos últimos tiros he tenido
en mi vida…? No los puedo contar-
hay demasiados. Sí. Sí tengo que
dejar de tomar esto…
En este momento
el cantinero pregunta si el hombre quiere otra cerveza, rompiendo este diálogo
interno de nuestro sujeto. El
hombre dice que no, que el uno es suficiente para él. Se levanta, pone un billete arrugado sobre el bar y sale
hacia la dirección del baño.
Cuando él pasa por las mesas ubicadas detrás del bar- la vía hacia los
baños- todos los clientes sentados allí voltean sus caras hacia él para ver
este espectáculo de libertinaje.
No me miren…no
me miren…¡No me miren! Sí, Uds son
mucho más dignos y sofisticados que yo. ¡Uf! Tan sofisticados con su alcohol. Siguen pensando que su alcohol no es una droga y que Uds no
son capaces de convertirse en drogadictos. Piensan igual que yo
pensaba. Ahh…finalmente, el baño. Pero esta vaca todavía está dentro…¿Debo probar la
puerta? Sí, está cerrada. Dios mío, espero que haya un ventilador
adentro…
En este punto nuestro adicto escucha el sonido de la
presión del agua que vacía el inodoro.
Unos segundos pasan antes que él abre la puerta- muy pocos para que el
gordito pueda lavarse las manos de todos los daños colaterales del asalto suyo
a la silla de porcelana. Él entra
rápido, cierra la puerta, y se empieza a preparar para el polvo blanco. Después de formar dos líneas encima de
un espejito que tenía él en su bolsillo con la droga, nuestro adicto saca el
instrumento más importante de toda la operación- el tubo formado por un billete
de dos dólares.
¡Finalmente! A mí me encanta este billete; siempre
he tenido suerte con él. Nunca voy
a usarlo para nada más que esto…. Ahhhhh…. Así es…. El primer tiro siempre es
el mejor… y ahora por la otra linea….ahhhhhh….perfecto. No. No, ¿qué es esto? Hay una liquida roja en el
billete…¿estoy sangrando por la nariz? ¡Socorro! ¡Alguien, ayuda me!
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El rocío del alba todavía permanece en las hojas
frescas del campo accidentado del viejo campesino llanero. Era la costumbre de él levantarse
temprano de la madrugada para examinar el estado del campo y su cosecha
preciosa. Cuando camina por los
campos le gusta tocar las hojas
con sus dedos y después lamerlas para beber el poco rocío que se quedó en las
puntas. Para él, era como si
estuviera saboreando el alba, y, a través del acto, disfrutando el nuevo
día. No solamente tiene que vigilar
contra todos los tipos de insectos y fauna que suelen comer las hojas de esta
planta andina, sino que también tiene que ser conciente de si hubiera aeronaves
circulando arriba en el cielo, las cuales supuestamente buscan en la selva
claros como él de nuestro sujeto.
Estas aeronaves, una vez que encuentren un campo sospechoso, llaman a
otra aeronave para fumigar toda la finca en cuestión, matando todas las plantas
prohibidas, y en el proceso, cualquier otro tipo de vegetación que está cerca
de la ruta de fumigación.
Al campesino no le gusta que tiene que cultivar una
cosecha así, pero ahora no tiene otra opción. Intentó cultivar cosechas de flores como desea el gobierno,
pero no hubo ganancias suficientes para sostener a su familia. En otro tiempo, hizo esfuerzos para
iniciar una pequeña plantación de café en una parte de su tierra cuando hubo
una fuerte presencia militar en este sector del país, pero los cafetos
necesitan mucho tiempo para establecerse, y durante su maduración la presencia
del gobierno disminuyó poco a poco.
El día en que uno de los grupos armados marxistas revolucionarios
decidió reestablecer su control en esta parte del país, no quedó ningún activo
del gobierno para impedir su regreso, y poco después, a nuestro campesino se le
ordenó sembrar sus campos con esta planta andina prohibida.
Entonces, ¿qué puede hacer él? No hay otra opción para el campesino-
él es victima de las circunstancias de su país. Si él no sembra y mantiene la cosecha prohibida como quieren
los grupos armados, ellos matarán a él y a su familia y los reemplazaría con una familia nueva que siga los
ordenes que recibe. Si él sigue
con esta cosecha, corre el riesgo de ser descubierto por los aviones
gubernamentales, y la destrucción subsecuente no solo de su cosecha prohibida, sino
también de las plantas alimentarias que sostienen su familia y sus
animales. Pero a él no le gusta
pensar en todo esto. Es demasiado
complicado para él, y en realidad no puede hacer nada para cambiar la
situación.
Cuando el campesino termina sus inspecciones de la
mañana y vuelve a su casa, ve una camioneta blanca blindada parada enfrente de
su hogar. El hombre se acerca al
vehículo, y el pasajero abre su puerta y desmonta del carro con unos billetes
verdes en su mano siniestra.
-Aquí es lo que debemos a Ud. por la cosecha del
otoño.
-¿Qué puedo hacer yo con billetes americanos?
-A mi no me importa lo que tu hagas con ellos. Si no puedes realizar tus transacciones
necesarias con esta plata, la próxima vez que estás en Neiva puedes cambiarla
en el banco.
-¿Y este billete raro? ¿El dos que tiene una mancha roja?
-A ti no te importa. No es falso.
Todavía tiene valor.