Tuesday, May 1, 2012


Ensayo Libre


El fin y el comienzo
          El bullicio del bar causa que al hombre le late la cabeza del dolor.  No es solo el dolor de la cabeza- todo su cuerpo sufre las ondas de dolor que llegan en momentos e intensidades variables.  Como si esto no fuera suficiente tortura para él, también experimenta ataques del pánico y episodios de sudor intenso, los cuales evocan miradas suspicaces por parte de los empleados del bar.  El hombre trata de ponerse quieto en su silla, pero sus piernas se muevan hacia un lado de su silla y vuelvan al otro lado sin cesar un instante. 
¡Joda! ¡ Todos saben qué pasa conmigo!  ¿Cuándo saldrá éste gordito hombre que está ocupando el baño?  A Dios las gracias por darme la suerte de entrar después de este montón de hombre que está llenando todo el cuarto con su fetidez.  Solamente quiero este pequeño tiro que tengo en la bolsilla de mi chaqueta aquí… este último tiro.  Madre, ¿cuántos últimos tiros he tenido en mi vida…?  No los puedo contar- hay demasiados.  Sí. Sí tengo que dejar de tomar esto…
           En este momento el cantinero pregunta si el hombre quiere otra cerveza, rompiendo este diálogo interno de nuestro sujeto.  El hombre dice que no, que el uno es suficiente para él.  Se levanta, pone un billete arrugado sobre el bar y sale hacia la dirección del baño.  Cuando él pasa por las mesas ubicadas detrás del bar- la vía hacia los baños- todos los clientes sentados allí voltean sus caras hacia él para ver este espectáculo de libertinaje.
No me miren…no me miren…¡No me miren!  Sí, Uds son mucho más dignos y sofisticados que yo. ¡Uf!  Tan sofisticados con su alcohol.  Siguen pensando que su alcohol no es una droga y que Uds no son capaces de convertirse en drogadictos.  Piensan igual que yo
pensaba.  Ahh…finalmente, el baño.  Pero esta vaca todavía está dentro…¿Debo probar la puerta?  Sí, está cerrada.  Dios mío, espero que haya un ventilador adentro…
En este punto nuestro adicto escucha el sonido de la presión del agua que vacía el inodoro.  Unos segundos pasan antes que él abre la puerta- muy pocos para que el gordito pueda lavarse las manos de todos los daños colaterales del asalto suyo a la silla de porcelana.  Él entra rápido, cierra la puerta, y se empieza a preparar para el polvo blanco.  Después de formar dos líneas encima de un espejito que tenía él en su bolsillo con la droga, nuestro adicto saca el instrumento más importante de toda la operación- el tubo formado por un billete de dos dólares.
¡Finalmente!  A mí me encanta este billete; siempre he tenido suerte con él.  Nunca voy a usarlo para nada más que esto…. Ahhhhh…. Así es…. El primer tiro siempre es el mejor… y ahora por la otra linea….ahhhhhh….perfecto.  No. No, ¿qué es esto?  Hay una liquida roja en el billete…¿estoy sangrando por la nariz? ¡Socorro! ¡Alguien, ayuda me!


                                                                      * * * * * * * * * * *


El rocío del alba todavía permanece en las hojas frescas del campo accidentado del viejo campesino llanero.  Era la costumbre de él levantarse temprano de la madrugada para examinar el estado del campo y su cosecha preciosa.  Cuando camina por los campos le gusta tocar las hojas con sus dedos y después lamerlas para beber el poco rocío que se quedó en las puntas.  Para él, era como si estuviera saboreando el alba, y, a través del acto, disfrutando el nuevo día.  No solamente tiene que vigilar contra todos los tipos de insectos y fauna que suelen comer las hojas de esta planta andina, sino que también tiene que ser conciente de si hubiera aeronaves circulando arriba en el cielo, las cuales supuestamente buscan en la selva claros como él de nuestro sujeto.  Estas aeronaves, una vez que encuentren un campo sospechoso, llaman a otra aeronave para fumigar toda la finca en cuestión, matando todas las plantas prohibidas, y en el proceso, cualquier otro tipo de vegetación que está cerca de la ruta de fumigación.  
Al campesino no le gusta que tiene que cultivar una cosecha así, pero ahora no tiene otra opción.  Intentó cultivar cosechas de flores como desea el gobierno, pero no hubo ganancias suficientes para sostener a su familia.  En otro tiempo, hizo esfuerzos para iniciar una pequeña plantación de café en una parte de su tierra cuando hubo una fuerte presencia militar en este sector del país, pero los cafetos necesitan mucho tiempo para establecerse, y durante su maduración la presencia del gobierno disminuyó poco a poco.  El día en que uno de los grupos armados marxistas revolucionarios decidió reestablecer su control en esta parte del país, no quedó ningún activo del gobierno para impedir su regreso, y poco después, a nuestro campesino se le ordenó sembrar sus campos con esta planta andina prohibida. 
Entonces, ¿qué puede hacer él?  No hay otra opción para el campesino- él es victima de las circunstancias de su país.  Si él no sembra y mantiene la cosecha prohibida como quieren los grupos armados, ellos matarán a él y a su familia y los reemplazaría  con una familia nueva que siga los ordenes que recibe.  Si él sigue con esta cosecha, corre el riesgo de ser descubierto por los aviones gubernamentales, y la destrucción subsecuente no solo de su cosecha prohibida, sino también de las plantas alimentarias que sostienen su familia y sus animales.  Pero a él no le gusta pensar en todo esto.  Es demasiado complicado para él, y en realidad no puede hacer nada para cambiar la situación. 
Cuando el campesino termina sus inspecciones de la mañana y vuelve a su casa, ve una camioneta blanca blindada parada enfrente de su hogar.  El hombre se acerca al vehículo, y el pasajero abre su puerta y desmonta del carro con unos billetes verdes en su mano siniestra.
-Aquí es lo que debemos a Ud. por la cosecha del otoño.
-¿Qué puedo hacer yo con billetes americanos?
-A mi no me importa lo que tu hagas con ellos.  Si no puedes realizar tus transacciones necesarias con esta plata, la próxima vez que estás en Neiva puedes cambiarla en el banco.
-¿Y este billete raro?  ¿El dos que tiene una mancha roja?
-A ti no te importa.  No es falso.  Todavía tiene valor.